En la segunda mitad del siglo XIX se produce la edición de una docena de atlas geográficos de España cuyos mapas responden a una nueva categoría territorial: la provincia. La invención política de esta entidad espacial en el Estado constitucional genera un cambio en la organización de la información geográfica que aparece representada en mapas, libros de texto o fuente estadísticas. Por su poder informativo, autoridad y el aprecio social dispensado, las representaciones cartográficas de las diversas provincias españolas actúan como espléndidos mensajeros difusores de esta nueva imaginación geográfica. El mapa provincial se transforma en un eficaz instrumento documental creado con la intención, no sólo de aportar y difundir una información, sino como recurso que contribuye a inculcar y afianzar la nueva realidad. Sus convincentes y duraderos efectos consisten. tanto en el proceso paulatino de naturalización y legitimación de la existencia de esta realidad territorial, como el recuerdo persistente a la sociedad de su pertenencia a una provincia o soberanía territorial. La comunicación trata de dar a conocer una oferta cartográfica singular, los atlas provinciales y mostrar uno de sus múltiples mensajes o significados: su contribución a la construcción y legitimación de una identidad.
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