Nadie sospechó a principios del siglo XX que el desarrollo de las competiciones ciclistas en torno a territorios estatales acabaría convirtiéndose en una vía popular y moderna de acercar el territorio a una sociedad. Las grandes pruebas ciclistas europeas como el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España por citar las más conocidas fueron surcando unas geografías que acabarían por mitificarse y erigiéndose en hitos de gestas modernas.
Esta mitificación popular del territorio y de muchas áreas rurales parece quedar lejos de las tendencias apuntadas en algunos estudios actuales que pronostican su muerte y la del territorio por extensión. Desde la geografía se ha mostrado poco interés por la visión particular que aporta el ciclismo sobre el territorio desde un punto promocional, así como forjador identitario. Éste aporta una mirada sobre un territorio cada vez más simbolizado y que no distingue divisiones entre espacios urbanos y rurales. El concepto cíclico de la prueba incide justamente en la visión identitaria y a la vez de conjunto de un único espacio unido y tratado con igualdad.
La incidencia de esta actividad sobre el territorio de una forma más directa y material. así como su derivación hacia su simbolización se reflejará a partir de algunos apuntes sobre el caso del emblemático Tour de Francia y a escala más local, a partir del estudio concreto de la mitificación del Angliru para ilustrar esta vuelta a un territorio entendida de forma distinta.
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