La masacre de Bojayá ocurrió en el 2002 en la cuenca media del río Atrato (Pacífico colombiano) y produjo la muerte masiva, violenta y privada de ritual de aproximadamente 98 personas. Por más de 18 años los familiares y la comunidad atrateña han buscado que sus seres queridos fallecidos a causa de este crimen de lesa humanidad habiten la vida de los vivos como ancestros y ángeles protectores. Para ello realizaron, reinventaron y crearon prácticas rituales que han supuesto la expansión temporal de su ejecución, la agencia del saber mortuorio de los expertos locales y el diálogo e interpelación con prácticas rituales foráneas. Este artículo presenta una etnografía sobre el entretejido ritual agenciado para que esos difuntos lleguen a puerto seguro y puedan descansar en paz.
The Bojay. massacre that occurred in 2002 in the middle basin of the Atrato River (Colombian Pacific) resulted in the massive, violent, and non ritualizaed death of approximately 98 people. For more than 18 years, their relatives and the Atrato community have sought that their loved ones, murdered in this crime against humanity, inhabit the world of the living as ancestors and protective angels. In doing so, they have reinvented and created ritual practices that involve the temporal expansion of their execution, the mortuary knowledge of local experts and dialogue and interpellation with foreign ritual practices. This article presents an ethnography of the interwoven ritual practices for the deceased to arrive at a safe harbor and rest in peace.
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