En un mundo perfecto, la administración pública debería estar a cargo de los mejores ciudadanos, pero esto no existe en el mundo real, por lo que se debe buscar a través de la participación ciudadana, “nuevas formas para tener nuevos gobiernos”. En los últimos años en Puerto Rico han existido diversas movilizaciones en contra de la corrupción y el respeto a los derechos humanos, y se puede vislumbrar que urge una revolución ética, donde cada persona tenga como principal actuar el hacer las cosas bien, donde el interés propio sucumba ante el beneficio colectivo.
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