Allá por ¡os años de Maricastaña, cuando ima querida, y hoy floreciente Sociedad de Cerámica comenzaba a dar sus primeros pasos, y afirmaba sus principios fundacionales en desnutridas y ralas asambleas técnicas, ocurría un fenómeno que hoy —después de varias vueltas a la manivela de la historia— vuelve a reproducirse en nuestra joven Sociedad Española de Cerámica. Nos referimos a la naturaleza y ala categoría de las personas asistentes a sus coloquios y asambleas.
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