La labor del legislador consiste en que las normas estén preparadas para dar una respuesta de derecho a las realidades de hecho que se producen en el grupo social. Por este motivo, la evolución cada vez más rápida de las sociedades obliga a constantes ajustes en el ordenamiento y cuando, como ha pasado en todo el mundo en los últimos meses, se produce un «tsunami» de realidades sociales que exigen una respuesta jurídica, el legislador se ve obligado a «perseguir sombras» en una carrera frenética por ajustar las normas a las circunstancias que éstas deben regular.
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