A finales del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, España alcanza su máxima expansión territorial ultramarina y conoce el desarrollo de una marina de guerra ilustrada que será el perfecto instrumento al servicio de la gestión del imperio colonial y de su defensa territorial y comercial. josé de Mazarredo será uno de los marinos protagonistas de ese desarrollo como militar, organizador, científico y, también, como diplomático, cuando la tradicional alianza con la Francia de los Borbones se mantenga durante el período de la revolución y el imperio napoleónico, por converger intereses dinásticos y estratégicos frente a las ambiciones británicas sobre las posesiones coloniales españolas. El arrollador impulso de Francia, una nación en armas, conducirá a España a una política exterior supeditada a los intereses de Napoleón, quien secuestrará a la Real Armada en su propio beneficio. El modo en que Mazarredo gestionó su misión diplomática como embajador ante el primer cónsul Bonaparte será el objeto de este artículo.
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