El autor quiere poner en valor el hecho de que en el desarrollo de un prototipo de un buque de guerra en el siglo XVIII, al igual que hoy, es un trabajo de aproximaciones sucesivas en las que intervienen muchas personas de distintas profesiones y capitaciones profesionales.
Se analizan en concreto la larga gestación del navío de 74 cañones y su construcción en Cartagena como el San Ildefonso y el diseño del Santa Ana.
En la amplia documentación generada por el navío de 74 cañones un ingeniero, hasta ahora desconocido, aparece en una etapa inicial colaborando con Francisco Gautier y es precisamente Romero Fernández de Landa el que le reclama a su lado para terminar el diseño definitivo. Su nombre Manuel Bernia.
También este artículo saca a la luz las conocidas tensiones entre Romero Landa desde la Comandancia General de Ingenieros y Retamosa desde la Oficina de la Secretaría, la posible manipulación de los documentos y la denuncia en 1814 de Retamosa a Romero Landa, fallecido siete años antes, del robo de unos planos del archivo de la Comandancia. Retamosa además asegura que ese plano robado corresponde al diseño presentando por Romero para el navío de 74 cañones que fuera calculado y dibujado, años antes, por Gautier y Bernia.
Con relación al Santa Ana el trabajo evidencia documentalmente el reconocimiento de Romero Landa con Manuel de la Puente al que le llama «inventor del navío».
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