Las ciudades no paran de crecer, lo que dificulta cada vez más ofrecer unos servicios de movilidad de calidad a los ciudadanos. Se deben establecer políticas que pongan al peatón en el centro, que garanticen la movilidad como un derecho, que permitan reducir las emisiones, hacer un mejor uso del espacio en función de los medios de transporte que se pretenda incentivar y que garanticen, como elemento transversal, la protección del vulnerable.
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