En la trayectoria de cualquier intérprete, hay un proceso de madurez en el cual se van desarrollando aspectos técnicos, expresivos y personales que nos conforman como músico. Uno de los más importantes es la sonoridad; las características de nuestro sonido es nuestra carta de presentación y es el ladrillo con el que construimos nuestro edificio interpretativo; de su calidad y de su firmeza va a depender en buena parte la belleza del resultado. La evolución en la comprensión de la idea musical (armonía, frases, estructuras) y su traducción expresiva lleva indefectiblemente a la evolución de una sonoridad con más posibilidades y que dé salida a esas ideas. En sentido recíproco, una sonoridad rica y con matices puede facilitar las intenciones de la partitura, además de fomentar nuestra parte creativa. Haciendo un paralelismo y remitiéndonos a la voz humana, poseer una buena voz hace posible muchos matices interpretativos, y en sentido inverso, conocer dichos matices nos guía para buscar y encontrar las posibilidades de nuestra voz. De esta segunda parte de la reciprocidad, es de la que va a tratar esta reflexión, de cómo la escucha consciente de determinados parámetros, el replanteamiento de otros y la observación e identificación de las características de aquello que consideramos emotivo van conformando una evolución y esculpiendo la voz/sonido a cada uno de nosotros. Si lo aplicamos al instrumento, en este caso al clarinete, estaremos en el camino de encontrar nuestra sonoridad, sin duda una parte fundamental de la identidad interpretativa.
In career path of any performer, there is a process of maturity in which technical, expressive, even personal aspects are developed that make us a musician. One of the most important is the sonority; the characteristics of our sound is our presentation letter and the brick with which we build our performing building; The beauty of the result will depend to a large extent on its quality and firmness. The evolution in the understanding of the musical idea (harmony, sentences, structures) and its expressive translation inevitably leads to the evolution of the sonority, with more possibilities and that gives way to those ideas. In a reciprocal sense, a rich and nuanced sound can make us aware of the intentions of the score, in addition to promoting our creative part.Making a parallel and referring to the human voice, having a good voice makes possible many interpretative nuances, and in the opposite direction, knowing these nuances guides us to search and find our own voice. It is the second part of this reciprocity that this reflection is going to deal with, of how the conscious listening of certain parameters, the rethinking of others and the observation and identification of the characteristics of what we consider emotional are shaping an evolution and sculpting our own voice. If we apply it to the instrument, in this case the clarinet, we will be on the way to finding our sonority, which is undoubtedly a fundamental part of the musical identity.
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