Este artículo analiza los argumentos y creencias publicados por un periódico vinculado a un grupo terrorista, en un intento de legitimar el secuestro y asesinato de una víctima inocente. La amplia respuesta ciudadana contra ese acto criminal obligó a ese periódico a crear una versión de los hechos en la que se intentaba tanto reducir su impacto emocional como mantener la imagen positiva del grupo agresor. Los métodos a los que recurrió fueron: la atribución de responsabilidades al enemigo, la despersonalización de la víctima y la valoración asimétrica del sufrimiento.
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