El dinamismo geomorfológico de las marismas del Guadalquivir es uno de los factores que permite explicar su proceso de ocupación y métodos de aprovechamiento empleados por los pueblos y culturas que decidieron asentarse en sus orillas a lo largo de la historia. La sal, como producto de estas actividades, pronto se convertiría en el elemento estrella adaptándose continuamente, desde la prehistoria hasta finales de siglo XX, al cambiante paisaje marismeño. De hecho, como bien atestiguan las instalaciones de San Isidoro, San Rafael y San Diego, la actividad se mantuvo hasta hace apenas cuarenta años gracias al determinante valor socioeconómico para sus gentes. En la actualidad el proceso de abandono y degradación amenaza con poner fin a uno de los patrimonios que mejor explican lo que representa y significa Doñana. No obstante, propuestas como las de Zona Patrimonial, apuntan hacia una alternativa para la conservación y gestión del citado patrimonio
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados