Volver a la vivencia del ministerio ordenado libre de clericalismo e inserto en una iglesia Pueblo de Dios es una urgencia inaplazable. Sin embargo, no es fácil que los cambios vengan de los mismos ministros. Tal vez, la posibilidad de otros ministerios ordenados —presbíteros casados, mujeres diaconisas—, pueda ayudar a que la hegemonía del poder ejercido por la jerarquía se comparta. Otras propuestas, como el empoderamiento del laicado y la vivencia del ministerio en el horizonte del servicio, abrirían también caminos para conseguir este cambio.
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