El lanzamiento hace diez años del queso Philadephia, de Kraft, abría un mercado desconocido hasta entonces en España. El queso blanco pausterizado para untar había triunfado antes en otros países, pero parecía difícil convencer a los consumidores españoles con un producto en cierta forma similar a los tradicionales quesos frescos que se venden a granel en cualquier tienda o supermercado. Actualmente, la mayoría de las grandes compañías de productos lácteos han entrado a competir en un mercado con un crecimiento muy importante, y los presupuestos publicitarios de casi todas las marcas sobrepasan con creces los 100 millones de pesetas anuales.
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