El presente texto busca conectar el cuerpo, el dibujo y la sublevación –entendida como resistencia activa o pasiva, capaz de construir gestos, pensamientos o acciones que puedan hacer frente al autoritarismo–. Revisa el papel del arte como resistencia, en cuanto a su capacidad e ingenio para construir un orden distinto al actual y el dibujo como cuerpo de la sensación frente a la escritura. Un dibujo no es un texto, abre a una lógica distinta donde un cuerpo enseña un pensamiento encarnado y manifiesta su impotencia a través de su movimiento. Finalmente, subraya el derecho a desobedecer desde el cuerpo y el dibujo como disidencia frente a lo que nos oprime y esclaviza.
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