Finalizada en 1929 para la puesta en escena de Cipriano Rivas Cherif en el grupo independiente El Caracol, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín es una obra puntera en la investigación de Federico García Lorca sobre la idea de un “teatro puro”. Planteando los límites entre tradición y vanguardia, o entre el cuerpo del actor y el cuerpo artificial del teatro de títeres, la obra se constituye como un lugar poético hacia donde convergen múltiples referentes estéticos, como los influjos del Fausto de Goethe o la mitología clásica, filtrada desde una mirada gongorina. Además, Amor de don Perlimplín se sitúa en un momento histórico en el cual las visiones sobre género y sexualidad pasaban por una profunda revisión en las reflexiones sociológicas en España. En este panorama, sobresale la idea de “nación invertebrada”, de Ortega y Gasset, cuyo trasfondo radica en una desintegración de la hombría en cuanto ideal civilizador. El presente artículo busca relacionar la investigación poética de Lorca (radicada en el tema del deseo) con el contexto del debate cultural en la España de los años veinte y treinta, destacando los episodios de censura que la pieza de 1929 tuvo que afrontar.
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