Valencia, España
Los sistemas de tierras secas están presentes en todos los continentes y cubren alrededor del 41 % de la superficie terrestre, cifra que ha tenido escasa variación en los últimos decenios (Cherlet et al., 2018). Las tierras secas difieren en su déficit de humedad y pueden clasificarse en cuatro subtipos, de acuerdo con el índice de aridez (IA) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)1 , a saber subhúmedo seco (0,65–0,5), semiárido (0,5–0,2), árido (0,2–0,05) o hiperárido (<0,05) (Figura 1).2 Los bosques y los pastizales son los biomas dominantes en los subtipos subhúmedo seco y semiárido, respectivamente (más del 60 % de la superficies de los subtipos). Por otro lado, los subtipos árido e hiperárido son, en su mayoría, zonas sin árboles (FAO, 2016), por lo que quedan fuera del alcance de este artículo. Según su definición intrínseca (es decir, por el IA), la evapotranspiración potencial anual (ETP) en tierras secas subhúmedas y semiáridas es considerablemente mayor que la precipitación anual, y hay frecuentes sequías meteorológicas. Estos factores atmosféricos conducen a una baja humedad del suelo y ello, a su vez, determina un crecimiento lento de los árboles y una baja productividad, lo que redunda en un contexto socioecológico de escasez de agua.
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