La región de Asia y el Pacífico es una zona propensa a los conflictos en el paisaje forestal (Gritten et al., 2013) que se crean a menudo entre las comunidades locales (en particular, los pueblos indígenas) y los operadores externos, como los organismos gubernamentales y las empresas privadas. La creciente competencia por los limitados recursos naturales, el rápido cambio sociopolítico y la expansión de los mercados para los productos forestales y la tierra, han aumentado las tensiones e intensificado los conflictos sobre las prioridades de uso de los recursos (de Koning et al., 2008).
Un conflicto puede surgir cuando un actor se siente dañado o restringido por el comportamiento de otro actor con distintas ideas, metas, valores o intereses (Lewicki, Gray y Elliot, 2003). Los efectos del conflicto pueden ser tanto positivos como negativos. Los resultados positivos (como llegar a acuerdos mutuamente beneficiosos y mejorar la gestión de los recursos a través de una mejor colaboración)
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