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El imperio aqueménida frente a montañeses: soluciones persas a posibles focos de hostilidad

  • Autores: Joaquín Velázquez Muñoz
  • Localización: Revista Universitaria de Historia Militar, ISSN-e 2254-6111, Vol. 8, Nº. 16, 2019 (Ejemplar dedicado a: España y Marruecos: Guerra y colonialismo en los siglos XIX y XX), págs. 133-159
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • The Achaemenid Empire against mountaineers: persian solutions to possible outbreaks of hostility
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      A lo largo de la historia antigua las fuentes textuales mesopotámicas y clásicas, entre otras, han mostrado una fuerte oposición entre las comunidades sedentarias/agrícolas y nómadas/montañesas. Escritas por las sociedades sedentarias, quienes se consideraban a sí mismas como civilizadas, muestran por lo general un marcado rechazo contra los montañeses. Su movilidad espacial, lugar de residencia inaccesible, ferocidad militar, hábitos y costumbres inusuales provocaron que fueran etiquetados con epítetos enormemente peyorativos: salvajes, saqueadores, incivilizados, bandidos, bárbaros. No obstante, la relación entre estos diferentes grupos de población, tanto en el espacio como en el tiempo, fue más simbiótica de lo que las fuentes nos trasmiten; aunque evidentemente existieron choques y disputas, relaciones pacíficas y beneficiosos contactos económicos fueron la tónica dominante entre ambos mundos. Por lo que respecta al periodo aqueménida (550-330 a.C.), sabemos que una serie de pueblos montañeses (en el Zagros y Anatolia) vivieron en el territorio y en las zonas fronterizas del vasto imperio persa. Señalados principalmente por la evidencia textual grecolatina con términos despectivos, el medio natural en el que habitaron (bosques frondosos, montañas impenetrables) impidió normalmente su completa subyugación al Estado aqueménida. Por este motivo, las autoridades del imperio persa tuvieron que adaptarse a las peculiaridades de estos pueblos para así establecer una relación que fuera beneficiosa para ambas partes. Como evidencian principalmente las fuentes autóctonas persas, en especial el Archivo de la Fortificación de Persépolis, existió, en la mayoría de las ocasiones, una pacífica y fructífera relación con los montañeses del Zagros (uxienos, cosseanos, cadusios, etc.) y Anatolia (pisidios, licaonios, etc.). Las relaciones entre el Estado aqueménida y los líderes de estas comunidades fueron generalmente establecidas mediante el sistema del don y el contra-don sobre un acuerdo renovado anualmente.Esta políticademuestra que la conquista y la agresión militar no siempre fueron fórmulas eficaces para controlar y mantener seguros determinados territorios.

    • English

      Mesopotamian and classics textual sources, among others, have shown strong opposition throughout ancient history between sedentary/agricultural and nomadic/mountain communities. They werewritten by the sedentary societies, who considered themselves to be civilized, they usually display a deep rejection against mountaineers. Their spatial mobility, inaccessible place of residence, military ferocity, unusual habits and customs caused them to be labelled with extremely pejorative epithets: savages, looters, uncivilized, bandits, barbarians.However, relationships between these different population groups, both in space and time, were more symbiotic than what sources tell us;although obviously, there were clashes and disputes, peaceful relations and beneficial economic ties were dominant between both communities. Regarding the Achaemenid period (550-330 BC), we know some mountain people (in Zagros and Anatolia) who lived in the territory of the huge Persian Empire. Greco-Roman textual evidence pointed them out with derogatory terms and the natural environment in which they lived (lush forests, impenetrable mountains) prevented their complete subjugation to the Achaemenid State. For this reason, the Persian empire authorities had to adapt to the peculiarities of these people to establish a beneficial relationship for both parties. As Persian autochthonous sources already evidenced, especially the Persepolis Fortification Archive, there was, in most cases, a peaceful and fruitful connection with the Zagros (Uxians, Cosseans, Cadussi, etc.) and Anatolia (Pisidians, Lycaonians, etc.) mountaineers.Relations between the Achaemenid state and the chiefs of these communities were generally established through the system of gift and counter-gift on an annually renewed agreement. This policy shows that conquest and military aggression were not the only ways to control and maintain certain territories.


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