Como ya mencionábamos en otra ocasión, curtido -que no violento-, con decidida voluntad y esmerada prestación, fue, grosso modo, el perfil intrínseco a la personalidad artística de Alonso Cano (1601-1667), pues, sin duda a equivocarnos, estamos ante uno de los maestros más eminentes y sobresalientes, aunque escasamente ponderado, del panorama estético español del siglo XVII.
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