El domingo 17 de mayo echó a andar el nuevo Gobierno de Israel, presidido nuevamente por Benjamin Netanyahu. Han hecho falta tres elecciones generales e innumerables horas de negociaciones con el dirigente centrista Benny Gantz para que el país haya podido superar el bloqueo político más largo en los 72 años transcurridos desde su creación.
El nuevo Ejecutivo, de 36 ministerios repartidos a partes iguales, tiene dos prioridades: levantar la economía tras la crisis del COVID-19 (se han perdido 1,2 millones de empleos) y comenzar, a partir de julio, la anexión de Cisjordania. Netanyahu, cuyo juicio por corrupción comienza esta misma semana (se le acusa de cohecho, fraude y abuso de confianza en tres casos separados), cederá automáticamente la presidencia a Gantz dentro de dieciocho meses, según el pacto alcanzado entre ambos para evitar las que habrían sido las cuartas elecciones en un año
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