El presente trabajo analiza la educación permanente como instrumento básico para el desarrollo global de la persona y para la mejora de su calidad de vida. Este análisis sitúa la educación permanente en el marco de los derechos fundamentales propios de los sistemas democráticos, señalando el creciente interés de que ha sido objeto por parte de diversos organismos internacionales, como la UNESCO o la Comisión Europea, así como la, cada vez, mayor consideración que tiene en nuestro país. Después de apuntar a la calidad de vida como objeto esencial de la educación permanente, se aportan algunos principios didácticos que pueden ser útiles para orientar su desarrollo (principios de apertura, flexibilidad, integración, participación. pluridimensionalidad, interdisciplinariedad).
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