Desde la evidencia histórica, es posible visualizar que hasta nuestros días en la esfera que circunscribe a lo urbano (ciudades, metrópolis y demás), es claro que estas agrupaciones de ciudadanos, aunque han adquirido una importancia significativa no sólo en virtud del incremento sostenido en el crecimiento numérico de sus pobladores; sino también, en la concentración infraestructural, de equipamientos, de las actividades secundarias, de servicios y de los adelantos tecnológicos propios de la época, no representan, en su mayoría, formas de relaciones humanas equilibradas que adoptar, ni mucho menos se han destacado por generar procesos sociales vinculados a la igualdad, la justicia y la equidad social (Sousa, E. 2008).
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