Famoso por su respeto a la tradición y su sentido de lo colectivo, Japón tiene otra cara menos conocida: el individualismo. Desde la crisis asiática (1997-1998) que destrozó la economía nacional, los dirigentes lo aprovechan para imponer la austeridad y hacer que las víctimas se sientan culpables. Si estás parado, en situación precaria o incluso enfermo, es tu “jiko sekinin”, versión nipona del “culpa tuya”.
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