Jesús M. Anzano Lacarte, Jorge Omar Cáceres Gianni, César Marina, Luis Vicente Pérez Arribas
Hace 30 millones de años, cuando se completó la separación de la Antártida y América del Sur, el Atlántico y el Pacífico se dividieron y se formó el paso de Drake o Mar de Hoces generando, además, la corriente circumpolar antártica que aísla completamente al continente. Las aguas cálidas que llegaban hacia el sur aportaban calor en ese lugar, afectando a la atmósfera y haciendo que las precipitaciones fuesen en forma de nieve, que paulatinamente se fue acumulando hasta crear un glaciar enorme, más grande que Europa y con un espesor medio de unos tres kilómetros. La Antártida está considerada como el lugar más virgen y remoto del Planeta, siendo el laboratorio ideal para el estudio del impacto que tienen los aerosoles en el medioambiente.1 Nuestra presencia en la Antártida es para llevar a cabo un proyecto, reto de la comunidad científica, que trata de establecer la distribución mineral en la Antártida, muy interesante para estudios de interpretación en los deshielos de los glaciares. El pasado mes de noviembre, y ya es la cuarta campaña, el equipo de investigación Química y Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza y Química Láser de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid trasladó su conocimiento científico, material, esfuerzo y madrugones a miles de kilómetros de sus respectivos laboratorios. La Antártida se convirtió en el entorno paradisiaco de nuestro trabajo, cuya experiencia personal y profesional fue desarrollada en esta campaña antártica en las Bases Antárticas Españolas (BAE) Juan Carlos I y Gabriel de Castilla (GdC).
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados