Por un lado, la ideología “seguritaria” aumenta la represión que padecen las clases populares. Por el otro, policía y justicia se desentienden de la criminalidad de los poderosos, ya se trate de representantes del Estado o de intereses privados. Lejos de hacer más segura la sociedad, ese desequilibrio aumenta su nivel de injusticia y violencia, dejando que se propague una tolerancia general hacia prácticas ilegales.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados