"En la Unión Soviética, una legislación aprobada recientemente somete la homosexualidad a duras condenas. He aquí algo que resulta sorprendente, y se pregunta uno sobre qué lógica y qué moral un gobierno socialista puede justificarse para amputar sus derechos y difamar a un grupo humano concreto cuya "culpabilidad" reposa sobre inclinaciones particulares que le han sido dadas por la naturaleza, pero es así.
Las preocupaciones y los escándalos que la Unión Soviética conocía en sus territorios orientales han empujado ciertamente a la instauración de este género de ley humillante -contra la cual la izquierda de los países de Europa central y occidental se encarniza en combatir desde hace decenios. A estas dificultades cruciales, que haría falta, sin ninguna duda, reglar con otras medidas, viene a injertarse el estado de espíritu del momento. Es a este estado de espíritu, y de alguna manera a las dificultades en cuestión, a las que yo concedería la preponderancia.
Por estado de espíritu del momento no entiendo simplemente, y en primer lugar, la tendencia siempre más evidente en la Unión Soviética a reflejar y a realizar un juicio sobre el erotismo en un sentido cada vez más severo y conservador, tendencia que puede explicarse por una reacción hacia libertades que se han vuelto quizás excesivas. Entiendo más bien esa desconfianza y aversión hacia todo lo que es el homoerotismo, que alcanzan un grado intenso en la mayor parte de los medios antifascistas y en casi todos los medios socialistas."
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