Basándome en los ensayos fílmicos “Nostalgia de la luz” (2010) y “El botón de nácar” (2015) de Patricio Guzmán, en este artículo sostengo que la ambigüedad entre referencia y abstracción que caracteriza la representación visual del paisaje en el capitalismo tardío ofrece un mecanismo productivo para mapear los procesos de extinción causados por historias continuas de extracción. Esta ambigüedad no solo revela los límites de la forma-paisaje para comunicar la degradación de la naturaleza, sino que también expone la progresiva desaparición del sujeto humano del centro de la historia en aquellos espacios donde el capital busca una y otra vez resolver sus contradicciones internas a través de nuevas formas de extracción de recursos. De esta manera, la aspiración totalizadora de Guzmán de representar el pasado histórico, arqueológico e incluso cosmológico a través de los paisajes del desierto de Atacama y la Patagonia se convierte en una forma de explicar cómo el capital se ha desplazado de lo humano hacia lo planetario, lo que implica una mayor alteración del equilibrio ecológico y de paso transforma la extinción en el único horizonte histórico. Concluyo señalando que la memoria de aquellos procesos pasados de extracción y extinción inscritos en el paisaje puede funcionar como una prolepsis de un futuro sin nosotros, presentando así una oportunidad para reactivar el potencial histórico del sujeto para cambiar nuestro modo de relacionarnos con la naturaleza.
Focusing on Guzmán's essay films “Nostalgia de la luz” (2010) and “El botón de nácar” (2015), in this article I argue that the ambiguity between reference and abstraction that pervades the visual representation of landscape in late capitalism offers a productive way to map out the processes of extinction caused by continual histories of extraction. This ambiguity not only reveals the limits of the landscape-form to convey the degradation of nature, but also the progressive disappearance of the human subject from the center of history in such spaces where capital seeks time and time again to resolve its internal contradictions through new forms of resource extraction. In this fashion, Guzmán’s totalizing aspiration to represent the historical, archaeological, and even cosmological pasts through the landscapes of the Atacama Desert and Patagonia becomes a way to explain how capital has moved from the human to the planetary, which entails a larger alteration of ecological metabolism and transforms extinction into the only historical horizon. I conclude that the memory of past processes of extraction and extinction inscribed in these landscapes can also function as a prolepsis of a future without us, thus presenting an opportunity to reactivate the subject’s historical potential to change the way we relate to nature.
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