La globalización y el desarrollo tecnológico, entre otros factores, han contribuido a configurar un nuevo entorno para las empresas que se ha caracterizado por ser muy competitivo y dinámico (Gracia, Martínez-Tur y Peiró, 2001). Ese entorno está demandando de las empresas una mayor competitividad y también una mayor capacidad para adaptarse de forma eficaz y eficiente a los cambios; haciendo referencia a nuevas demandas para las empresas que se traducen, a su vez, en demandas para los trabajadores (Gamboa, Gracia, Ripoll y Peiró, 2007).
Ante esta situación, es necesario considerar el impacto que estas empresas tienen en los distintos sectores de la economía en términos de la valorización de sus productos o servicios, su incidencia en la generación de empleo y en el desarrollo regional (Bucardo, Saavedra y Camarena, 2015). Es por ello que el manejo y gestión del personal- capital humano de una organización se ha visto emerger como una de las temáticas mayormente abordadas hacia una perspectiva centrada durante la última década en identificar, promover y generar la permanencia de los trabajadores dentro de las organizaciones a las que pertenecen. De ahí que las mismas le brinden una importancia creciente a la satisfacción laboral como una respuesta actitudinal y afectiva de carácter global ante el entorno, las condiciones de trabajo y las actividades que se han de realizar en el empleo.
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