Carlos Gregorio Hernández Díaz Ambrona
Madrid acogió la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la Organización de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), conocida por sus abreviaturas COP25, que correspondía a Santiago de Chile. Esta conferencia ha sido un revulsivo para la conciencia climática española, llevando su interés al público en general y al sector agrario en particular. Las estadísticas españolas son contundentes, más del 80% de los agricultores está preocupado por el cambio climático. El tiempo ha sido, es y seguirá siendo la primera preocupación de cualquier agricultor o ganadero. También el clima está en el ADN del ingeniero agrónomo. El estudio climatológico ha inundado páginas en los proyectos de ingeniería. Si el clima pasado y los datos meteorológicos han sido escudriñados hasta la saciedad, hoy las proyecciones sobre el clima futuro son parte de los nuevos proyectos. Necesitamos que el ingeniero agrónomo decida y tome las decisiones estratégicas para que el proyecto de ingeniería tenga en consideración las proyecciones que la ciencia ofrece sobre un clima cambiante y sobre las variables meteorológicas que le afectan. Al proyectar una nueva plantación, crear un nuevo invernadero o diseñar un establecimiento de bienestar animal, tenemos que ser conscientes si su funcionamiento a medio y largo plazo será el adecuado en esos nuevos escenarios de clima.
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