Ha hecho de su estudio un santuario, en el que se refugia cada día, de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Un santuario que es terreno vedado para creativos y clientes donde él reina como único señor. Francisco Daniel ejerce un despotismo absoluto sobre sus dominios y por ello hay quienes le califican de raro y excéntrico. No obstante sus peculiaridades, es uno de los realizadores publicitarios más solicitados dentro y fuera de España. Con su meticulosidad y perfeccionismo ha conseguido que muchos de sus spots sean pequeñas cápsulas de arte cinematográfico. Su trabajo ha sido reconocido en certámenes nacionales e internacionales, y así las estanterías de su gigantesco despacho están sobrecargadas con multitud de estatuillas de las más variadas formas y metales.
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