Fernando Ocaña ha pasado de hacer planes de marketing a diseñar estrategias de desarrollo internacional con extraordinaria facilidad.
Aprende sobre la marcha y da la sensación de ser capaz de llevar a cabo cualquier empresa, siempre que le interese. No le preocupa en exceso el reconocimiento personal, y no porque la vanidad le sea ajena. Prefiere que los halagos se dirijan a la agencia que él preside desde 1987, Tapsa N W Ayer, a la que ha dedicado sus últimos ocho años de esfuerzo. Su teoría es que cuando se piropea a Tapsa, se le piropea a él por extensión, y con eso se da por satisfecho. Su mayor orgullo es que la agencia ocupe ahora el segundo lugar del ranking español y que cada día se necesite menos de su presencia. Gracias a haber delegado algunas de sus responsabilidades del día a día puede ahora ejercer como miembro activo del consejo de dirección mundial de N W Ayer y no limitarse a ser un convidado de piedra.
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