Myrian Andrada, Pablo Scharagrodsky
Este estudio reconstruye las cualidades que asume la infancia en situación de escolarización1, a partir de los modelos infantes masculinos identificados en los textos. En este sentido, la masculinidad no es una esencia sin tiempo, que reside en lo profundo del corazón, algo eterno o innato producto de cierta composición biológica del macho humano. En los textos analizados se identifican ciertos ritos, usos y posiciones corporales, cierta iconografía que instala una carrera para convertir al niño, muchachuelo, muchachito, muchacho, u hombrecito en un "verdadero" hombre. Dicho pasaje, que está acompañado de ciertas pruebas, responsabilidades, mandatos y usos corporales que se presentan como exclusivos de un niño -pero no de la niña- y que debía asumir en relación con su propio cuerpo y con el de los otros. Tal como se observa a través de los textos escolares, la masculinidad es un conjunto de significados siempre cambiantes (y siempre disputables) que construimos a través de nuestras relaciones con nosotros mismos, con los otros, y con nuestro mundo.En las últimas décadas del siglo XX, los requisitos para llegar a ser hombre sufren una serie de mutaciones, asociadas por una parte, a cambios en la disposición espacial y a las características que el cuerpo masculino presenta en las imágenes. Y por otra parte, a la ausencia de lecturas dedicadas exclusivamente a resaltar cualidades que un niño varón debía alcanzar y hacer suyas para llegar a constituirse en un "verdadero" hombre. Si como ha afirmado S. de Bouveaur "no se nace mujer se llega a serlo", tampoco se nace varón se llega a serlo. Tal proceso es el que se intenta indagar en este trabajo.
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