Este trabajo reflexiona acerca de los antecedentes antropológicos, sociológicos y psicológicos que durante los últimos veinte años los historiadores le han atribuido a la historia de las emociones. Los hallazgos de estas disciplinas en ese campo, les ha permitido a los historiadores argumentar que las emociones o, al menos, la expresión de ellas, varía culturalmente. Desde estas referencias, los historiadores han podido justificar el estudio historiográfico de las emociones, ya que ellas tendrían historicidad. Pese a lo anterior, se plantea que esa relación con las ciencias sociales obstaculiza cuestionamientos más profundos respecto de la historicidad de las emociones y, específicamente, respecto de su tratamiento historiográfico. En la misma línea, se propone que dicha vinculación con las Ciencias Sociales dificulta la evaluación de los efectos que las emociones provocaron en el pasado, y, al mismo tiempo, en el presente. Dicho esto, se revisan sus antecedentes a la luz de la historia del tiempo presente y la historia de la experiencia.
This article reflects on the anthropological, sociological and psychological background attributed by historians during the last twenty years to the history of emotions. The fieldwork findings of these disciplines have allowed historians to argue that emotions, or at least their expression, varies culturally. Using these as a reference, historians have been able to justify the historiographic study of emotions. Nevertheless, it is proposed that this relation to the social sciences impedes a more in-depth inquiry into the history of emotions and, specifically, its historiographic treatment. In the same line, it is proposed that these ties to the social sciences makes it difficult to evaluate the effects caused by emotions in both the past and present. That said, the background of emotions is reviewed in light of modern history and the history of experience.
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