Resumen de Terminal de cruceros de Lisboa. Portugal
El concepto de “suelo elevado” o de “zócalo de la ciudad” es utilizado por el autor de este proyecto en tanto que imágenes gráficas que permiten desvelar la estrategia sobre el paisaje urbano, aplicada sobre esta nueva Terminal de cruceros de Lisboa.
En la ladera de la Alfama, Lisboa se erige como un anfiteatro que mira hacia el estuario del Tajo. Al pie de la colina, en los suelos del relleno sanitario del puerto, construido a principios del siglo XX, el edificio de la nueva Terminal de cruceros se reorienta: un pequeño anfiteatro, aparentemente de espaldas al río, ahora mira hacia la ciudad.
El edificio se inserta —con un aparcamiento al aire libre y el tanque de marea— entre las paredes del antiguo muelle Jardim do Tabaco y los árboles del Parque/Bulevar que, junto con el edificio, ahora habitan este tramo del frente fluvial. Elevado del suelo, levanta consigo el espacio público, transformándolo en una terraza/mirador entre el río y la ciudad, como una balsa de transbordo que conecta el río y la ciudad y los hace visibles.
El programa de la terminal se encuentra bajo esta cubierta o terreno elevado: aparcamiento subterráneo (conectado al aparcamiento al aire libre); entrega de equipaje, zona de trámites y reclamaciones y servicio a pasajeros (check-in, sala de espera, sala VIP, duty free, cafetería de acceso público). Todos los espacios poseen una funcionalidad flexible, que permite la evolución futura de la terminal para adaptarse a eventos de otra índole que tengan lugar fuera de las horas y las temporadas, de su uso como estación marítima.
Este exoesqueleto, que rodea las áreas asignadas al programa de la terminal, está construido mediante una estructura de hormigón y corcho, limitada por los cimientos preexistentes, solución desarrollada específicamente por su autor con el objetivo de aligerar el peso del edificio. Prácticamente ciega por el flanco del río —desde donde el edificio aparece como un discreto zócalo pedregoso de la ciudad— y arrugándose por el flanco de la ciudad, lo suficiente como para revelar el río y la ciudad a sus usuarios, en una construcción que se halla casi siempre en movimiento —a lo largo de la pasarela, en las galería de acceso a los barcos, o desde estas para descender directamente a la ciudad, caminando por la azotea, o los accesos tangenciales a la fachada principal— la mirada deambula, cinemática.
E la nave rimane.
