Han sufrido en su propia piel el resentimiento, la indiferencia y el odio de los blancos, pero han luchado y han roto barreras. Ahora son la cara amable de la emigración en un país acostumbrado a un solo color y rasgo facial. Su pasaporte es español y saben que en el futuro las razas estarán mucho más mezcladas y que sus culturas servirán para enriquecer y no para dividir. Ellos están cambiando el color monolítico de la España Celtíbera.
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