A muchas la dorga les ha llevado a los centros de internamiento. Otras acaban entre rejas por encubrir los delitos de sus hijos o maridos.
Todas ellas sufren en las cárceles peores condiciones que los varones y, en muchos casos, deben afrontrar en difíciles condiciones la maternidad. En sólo cinco años se ha duplicado el número de presas en España.
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