Este artículo se propone trazar una cartografía del “becoming” (proceso) en el film Angry Indian Goddesses como nomadismo transnacional, con el fin de reconsiderar la amistad femenina desde una perspectiva física y material que va más allá de los sistemas binarios. Todas las amigas son profesionales conectadas a nivel global, cuyas mentes pensantes y cuerpos insumisos se alejan de cualquier modo normativo de pertenencia en sus ámbitos personales y profesionales. Estas amigas cartografían una espacialidad post-humanista de conexiones rizomáticas con otras entidades animadas e inanimadas, proponiendo una nueva ética del afecto nómada y la responsabilidad. La película empieza con una mirada panorámica del paisaje de Goa al que se superponen rápidas imágenes de diosas hindúes con sus mascotas animales, mientras que la banda sonora consiste en la poderosa pieza de rap “Kattey”, de Haard Kaur, en intersección con la enérgica versión folk que Bhanwari Devi hace de la tradición mística del siglo XV de Mirabai. La combinación de la música y la violencia del rechazo que sufren las mujeres pone en evidencia un becoming angry goddesses mediante un pastiche de las diosas enfadadas y las mujeres que habitan un eje de diferencia re/desvalorizada. Goa se convierte en un potencial tercer espacio imbricado con todo lo anterior, pues aparece como elemento redentor dentro del marco contemplativo de esta cartografía, y propone una re-humanización de objetos fragmentados y esquizofrénicos mediante el amor y el afecto.
This paper attempts to draw a cartography of becoming Angry Indian Goddesses as transnational nomadism towards an embodied and material rethinking of women’s friendships from outside the constraints of systemic binaries. The friends are all professional women who are globally wired, whose thinking minds and non-docile bodies detach themselves from any normative modes of belonging in their respective personal and professional realms. They map a post-humanist spatiality of rhizomic linkages with other animate and non-animate entities, throwing up a new ethics of nomadic affect and responsibility. The film begins with a panoramic gaze of the Goan landscape, overlapped with flash images of Hindu goddesses and their animal escorts framed within a power packed song “Kattey”, which intersects Bhanwari Devi’s powerful folk composition of Meera Bai’s 15th century mystic tradition with Haard Kaur’s rap. The crossing of the song and the violent events of rejection that the women face, unbridle a becoming angry goddesses through a pastiche of the anxious goddesses and women sited on an axis of re/de-valorised difference. Goa becomes a potential third space entangled with all of the above, as it dwells on the contemplative scope of this cartography as redemptive and suggests a re-humanization of schizophrenic splintered objects through love and affect.
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