Yolanda Domingo Calduch, Joan Manel Arca Míguez
El modelo actual de psiquiatría plantea la necesidad de transformar, el modelo tradicional de psiquiatría institucional y médica, en un modelo de atención comunitaria y psicosocial. Trabajando no sólo en una nueva concepción integral del enfermo mental sino también en la aproximación de los recursos a la comunidad. En este contexto surge la necesidad de implantar el PSI (Plan de Servicios Individualizados), como un servicio asistencial que se rige por los fundamentos básicos de la declaración de Helsinki: el modelo de atención centrado en las necesidades de los usuarios, el modelo de servicios con enfoque comunitario (preventivo y rehabilitador) y el modelo organizativo y profesional integrado e integral, basado en hechos, valores y evidencia científica. El PSI es la propuesta de un método organizativo y de un proceso activo de gestión de los trastornos mentales graves (TMG) en la comunidad. Siguiendo las directrices de la OMS, el PSI es la herramienta que permitirá establecer para cada situación individualizada: las necesidades de cada enfermo con TMG, los objetivos terapéuticos y de rehabilitación que se persiguen, los servicios sanitarios y sociales que requiere y la duración estimada de dichos servicios. El PSI como referente profesional en salud mental, no sólo realiza una coordinación entre el sistema social y sanitario, sino también es generador de una visión integral y flexible de la atención. Este nuevo modelo asistencial introduce el concepto de recuperación versus el de curación, desarrollando un trabajo de empoderamiento y autonomía hacia elpaciente, y también vincular y hacer partícipe a sus familiares y la propia comunidad de esta autonomía. Una autonomía que empieza por potenciar y mejorar su autoestima y su auto eficacia, repercutiendo en la capacidad para solucionar los problemas y situaciones de crisis y así incidir positivamente en la disminución de la carga familiar. El PSI promueve un cambio en lo que se refiere a la misión, visión e intervención con el paciente y su entorno; potenciando en el paciente sus fortalezas y no sólo los déficits o problemas, para así trabajar en la construcción del pilar de cualquier comunidad sostenible: la autonomía del paciente, entendiéndose en términos que comprende la autoeficacia y la autodignidad.
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