La segunda mitad del siglo XX se caracterizó en el arte musical por un eclecticismo en lo que se refiere a la confluencia de estilos tan heterogéneos como difíciles de sistematizar. Algunos compositores siguieron la tradición contrapuntística de la Segunda Escuela de Viena, usando la serie de manera muy particular. Otros se dedicaron a explotar las posibilidades técnicas de los instrumentos, entre ellos, la voz humana, tratando el texto de una forma innovadora, hasta entonces solo sugerida por el Motete Renacentista. Cuando ambos sucesos confluyen (dodecafonismo y tratamiento especial del texto), el contrapunto resultante es de una gran complejidad textural.
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