Aunque existe una idea de la urbanización que se concibe como el crecimiento de las ciudades y como un complejo de cambios sociales y económicos aparejados con éste, no se ha logrado definir un concepto riguroso y operacional que sea útil para el análisis de estos cambios. Sociólogos, economistas, planificadores, urbanistas y otros parecen coincidir en que este fenómeno, un tanto nebuloso en su concepción, es uno de los más representativos de las transformaciones estructurales que ocurren al desarrollarse un país. En el caso de México, se coincide en que es un fenómeno característico de la evolución del país en los últimos decenios. Si bien es fácil definir conceptos operacionales y medibles de urbanización, como de cualquier otro fenómeno, es muy difícil hacerlo sin perder la perspectiva de su complejidad. Así, es fácil definir lo urbano en términos exclusivamente del número de habitantes: una comunidad es más urbana mientras más habitantes tenga. Si bien los cambios sociales y económicos no son independientes de este crecimiento físico, es muy dudoso que el solo número de habitantes logre explicarlos en forma satisfactoria. El otro extremo está en las definiciones que intentan comprender un sinnúmero de aspectos del fenómeno, pero cuya amplitud no se presta para ningún uso analítico.
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