La ayuda que el enfermo exige y merece no debe desaparecer en los momentos finales. Son muchos los factores que ha hecho disminuir nuestra preocupación humana por las personas moribundas. Para revalorizar esta verdadera obligación, habría que tomar conciencia de la evolución psicológica del enfermo, y saber, en concreto, cómo deberíamos ejercitarla.
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