Argentina
En el presente trabajo discutiré la pertinencia teórica y la conveniencia política de seguir distinguiendo “estado” de “sociedad”. No creo que sea fácil superar, en nuestro lenguaje, dicha dicotomía: como no lo es, por ejemplo, la que distingue cuerpo y alma. Pero, al menos, el intento servirá para saber qué afirmamos implícitamente al utilizarla. Por eso, al discutir la pertinencia actual de la misma sostendré que su uso ha conducido a prosopopeyas que poco ayudan a la comprensión de la complejidad social: “El estado hizo…”, “El estado viola…”, “el estado está presente”, etcétera; pero que, más aún, es uno de los basamentos de la hegemonía capitalista, en tanto: a) muestra al estado como una entidad (“El Poder”, liberal dixit) que se distingue y domina a una sociedad civil que se muestra como reservorio de asociaciones del más variado tipo, b) de ese modo, oculta que el estado es una relación que se dirime en todas las esferas de la vida y diluye la visualización de la principal forma de dominación, mostrándola como una simple sumatoria de productores que producen y/o intercambian mercancías junto otras asociaciones, que realizan diversas tareas de utilidad social; c) esa confusión permite a los sectores dominantes mostrarse como paladines de la sociedad civil y de la libertad frente al dominio estatal.
Para dar algún soporte a esta interpretación, el trabajo se organiza del siguiente modo. En el primer apartado, haré una brevísima alusión a la literatura que hace del estado moderno una creación que emerge con las monarquías soberanas en Europa y que continúa hasta hoy; lo que me permitirá: 1) reclamar la necesidad de establecer las discontinuidades correspondientes, a partir del cambio de la titularidad soberana; y, 2) mostrar el consecuente anacronismo de la oposición entre estado y sociedad, de origen iusnaturalista, cuando la soberanía pasó a los ciudadanos, borrando las distancias existentes en la anterior formación estatal. Luego de esa discusión, el siguiente apartado promoverá el uso del concepto “estado” con referencia a las instituciones del estado/nación y, por ende yo proclamaré que el criterio principal de su tipologización debe el de las relaciones de fuerzas sociales que le dan forma en todas sus instituciones. Relaciones de fuerzas que se manifiestan, privilegiadamente, en la acción de los poderes electos (Ejecutivo y legislativo) y poderes no electos (Poder judicial y burocracias); pero también en las organizaciones no gubernamentales, cuyas principales corporaciones deberían ser consideradas dentro del derecho público, en aquellos aspectos de su actividad que impactan sobre la población.
This paper discusses the theoretical relevance and political expediency of distinguishing “State” and “society” as separated entities. I do not think that, in our language, it is easy to overcome this dichotomy: as it is not easy, for example, to surmount the distinction between body and soul. But at least the attempt will allow us to acknowledge what we are implicitly saying when using it. Therefore, I will sustain that the use of the State-society dichotomy has led to prosopopoeias that do not help to the understanding of social complexity: “the State did...”, “the State violates...”, “the State is present”, etc. Moreover, this dichotomy works as one of the foundations of capitalist hegemony, inasmuch as: a) it portrays the State as an entity (“the Power”, liberals dixit) that stands apart from and dominates a civil society that is seen as a reservoir of associations of the most varied type; b) it conceals the fact that the State is in fact a relationship that is constantly played out in all spheres of human life. Both things tend to dilute or distract our attention from the main form of domination (capitalism), portraying it as the simple sum of producers who create or exchange goods, together with other associations that perform various socially useful tasks; (c) this confusion allows the dominant sectors to appear as champions of civil society and liberty vis-a-vis state domination.
In order to uphold this interpretation, the work is organized in the following way. In the fi rst section, I will make a brief reference to the literature that explains the modern State as a creation that emerges with sovereign monarchies in Europe and which exists until today. In turn, this will allow me to: 1) claim the need to establish the pertinent discontinuities, which derive from the transformations in sovereign ownership; and 2) show the consequent anachronism entailed in maintaining the opposition of State and society, which has jusnaturalist origins, once sovereignty was transferred to the citizens, blurring the distances that were present in the previous State formation. After that discussion, the following section will promote the use of the term “State” with reference to the institutions of the State/nation and, therefore, I will claim that the main criterion for producing a typology should be the relationship among social forces that shape all institutions. Such power relations manifest themselves mainly through the action of the elected powers (executive and legislative) and non-elected powers (judicial power and bureaucracies); but also in non-governmental organizations, whose major corporations should be considered within the realm of public law, at least in those aspects of their business that have an impact on the population.
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