En los materiales pelágicos se pueden utilizar diversos criterios de diferenciación de unidades estratigráficas. Especial interés tiene la delimitación de unidades cuyos límites estén jalonados por niveles o superficies que sean reflejo de eventos alocíclicos que afecten al conjunto de la cuenca o que incluso sean globales. Estos eventos (climáticos, tectónicos, eustáticos y oceanográficos) se reflejan en las sucesiones estratigráficas de materiales pelágicos mediante superficies de cambios litológico, geoquímico o bioestratigráfico, o mediante discontinuidades.
Dos rangos de división de unidades se plantean en el estudio de los materiales pelágicos. El primero de ellos consiste en reconocer en dichos materiales los límites de unidades (secuencias deposicionales) que se reconocen en el borde externo del margen continental. El segundo es la delimitación de unidades de pequeña duración lo que constituye el objetivo de la Estratigrafía de eventos de alta resolución.
Los límites de secuencias deposicionales establecidas en el borde del margen se pueden reconocer en los materiales pelágicos de diferentes maneras. Una de ellas es mediante el uso de perfiles sísmicos de márgenes continentales en los que se pueda ver la correlación geométrica entre las superficies de discontinuidad del borde con la superficies de conformidad de los materiales pelágicos. En segundo lugar se plantea el reconocimiento de las discontinuidades en los materiales pelágicos estableciéndose seis tipos diferentes que se reconocen especialmente en los umbrales pelágicos. La tercera, complementaria de la anterior, es el reconocimiento en los rasgos propios la superficie de conformidad (para conformidad o continuidad) tales como criterios bioestratigráficos, presencia de hardgrounds, superficies erosivas, etc., rasgos todos ellos especialmente reconocibles en los umbrales pelágicos. En cuarto lugar se destaca el papel de las secciones condensadas, redefiniendo este término en los materiales pelágicos (niveles de valores mínimos de velocidad de sedimentación) de manera que puedan ser las correlativas de las reconocidas mediante estratigrafía sísmica en los bordes externos del margen. Una quinta manera se basa en ver la localización de ciertos cambios litológicos muy netos, como son: el inicio de importantes depósitos turbidíticos, el inicio de los depósitos anóxicos, etc. que sean reflejo de cambios eustáticos que a su vez se reflejen en el borde del margen. Finalmente se pueden considerar criterios más sutiles y de aplicación más compleja como son los basados en cambios geoquímicos (p.ej. en isótopos estables ligeros) algunos de los cuales permiten reconocer superficies de continuidad correlativas con las de discontinuidad que limitan las secuencias deposicionales definidas en el borde externo del margen.
Especial interés tienen las dataciones bioestratigráficas en los materiales pelágicos y su correlación con los de los marinos someros, ya que puede permitir valorar las posibles coincidencias de las discontinuidades de los bordes de la cuenca y del interior de la misma. Esta correlación a veces es compleja ya que en los materiales pelágicos se suele tener una mayor precisión al tener un registro estratigráfico más continuo, mientras que en los bordes de la cuenca las lagunas estratigráficas (hiato y/o vacío erosional) ligadas a las discontinuidades pueden tener gran amplitud lo que dificulta Ia datación precisa. En numerosas ocasiones la datación de estas discontinuidades de los bordes, y por tanto del evento que las ocasiona, se hace a partir de la correlación con los datos obtenidos en los materiales pelágicos.
La Estratigrafía de eventos de alta resolución aplicada a los materiales pelágicos pretende reconocer en ellos divisiones de una duración inferior a los 100.000 años y que permita establecer correlaciones muy precisas. Para ello se recurre al uso simultáneamente de todos los posibles criterios tales como bioestratigráficos (incluida la bioestratigrafía integrada y la cuantitativa), geoquímicos (isótopos estables y elementos traza), depósitos turbidíticos, ciclos de Milankovitch, niveles de eventos instantáneos (p.ej. piroclásticos), magnetoestratigráficos, diagrafías, sísmica de alta resolución, etc. De esta manera se pueden establecer divisiones de una duración bastante inferior que las cronozonas. Esta metodología se puede aplicar en la actualidad solo en algunas cuencas bien conocidas, pero constituye un objetivo de gran envergadura para los años próximos.
Various criteria can be employed to distinguish stratigraphic units in pelagic rocks. Of particular interest are those units which are delimited by surfaces that bear witness to allocyclic events affecting the basin as a whole or sometimes even global occurrences. The events, which may be climatic, tectonic, eustatic or oceanographic, are clearly reflected in the pelagic stratigraphic sections by lithological, geochemical and biostratigraphical surface changes and also by unconformities.
These are two major aspects to the study of the division of units in pelagic rocks: the first involves the depositional sequences at the edges of the continental margins, and the second the identification of very short-lived units, which is the principal aim of the science of high-resolution-event stratigraphy.
The methods of recognizing limits between continental-margin deposits are various: One way is to use seismic profiles, in which the geometric correlation between the unconformity surfaces at the margin and the conformity surfaces of the pelagic materials can be made out. Secondly, there is the possibility of distinguishing the unconformities between the materials at the pelagic swells, six of which have been identified. The third method, complementary to the latter, is the recognition of features in the conformities themselves, whether they be conformities properly speaking or paraconformities, such as biostratigraphical elements, hardgrounds, erosion surfaces and so on, all of which are clearly identifiable at the pelagic thresholds. Fourthly, condensed sections are also important, redefining this term in pelagic materials (successions with a very slow accumulation of deposits) so that they can be correlated with those identified by means of seismic stratigraphy at the external edges of the continental margins. A fifth technique is to find clear lithological interruptions, such as the onset of substantial turbiditic deposits or the beginning of anaerobic layers, for example, which reflect eustatic changes and are in turn clearly visible at the edges of the continental margin. Lastly, much more subtle criteria should be taken into account, such as those based on geochemical alterations (e.g.light stable isotopes), which may be recognisable in conformity surfaces correlative to unconformities at the edges of the margin.
The biostratigraphical dating of pelagic rocks and their comparison with shallow-sea materials is of great interest as it may lead to the possibility of correlating the unconformities at the edges of a basin with the sequences in its centre. This type of correlation is often quite difficult because the pelagic rocks tend to contain a fairly continuous, and therefore more precise record, while at the edges of the basin the stratigraphic gaps implied in the discontinuities (lacuna and/or hiatus) may involve long periods and thus make precise dating very difficult. Very often it is the correlation of data obtained from the pelagic materials which makes it possible to arrive at an accurate date for these unconformities at the edges of the basin and thus discover the events that gave rise to them.
The aim of high-resolution-event stratigraphy applied to pelagic rocks is to distinguish divisions of less than 100,000 years and to make very precise correlations. For this it is necessary to resort to all the available techniques, including, among many, biostratigraphy, geochemistry (stable isotopes and trace elements), turbiditic deposits, Milankovitch cycles, sudden-event levels (e.g. pyroclastics), magnetostratigraphy, well logs and high-resolution seismic graphs. Only in this way is it possible to establish time divisions of much shorter periods than those reflected in the chronozones. At the moment these methods can only be applied in well-studied basins but they show great promise for the forthcoming years.
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