El autor hace un análisis de la situación política, cultural, religiosa y económico-social de Argelia en la que enmarca la realidad de su pequeño núcleo católico. En el momento de la independencia, el éxodo de la mayor parte de la comunidad cristiana supuso una gran prueba. Ante la nueva situación la Iglesia de Argelia se planteaba un gran interrogante: quedarse o marcharse. También se lo planteaba a nivel personal cada sacerdote, cada comunidad de religiosos y de religiosas y cada cristiano comprometido. Hubo sacerdotes, religiosos, religiosas o seglares que se marcharon, pero muchos se quedaron. La Iglesia tomó decididamente la opción de quedarse.
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