El fenómeno religioso ha estado con frecuencia vinculado con el fanatismo y la intolerancia, como si el respeto a lo diferente fuese una traición a la fe recibida. La misma evangelización ha utilizado métodos para imponer sus ideas, que no siempre respetaba ciertos valores humanos. Hoy día ya no es posible, en el nombre de un Dios-amor, defender las condenas, violencias, guerras y muertes que se han dado en la historia. En el artículo se trata de señalar aquellos criterios que fomentaron la actitud intolerante para ver a continuación las razones que han conducido a un clima de diálogo y comprensión.
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