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Resumen de Pertinencia del derecho en la sociedad a través de la prudencia

Martha Méndez Montenegro

  • Al tratar de definir qué es lo que acerca al hombre que vive en sociedad a su objetivo más anhelado y, por consiguiente, a ser feliz, inmediatamente se nos vienen a la mente las virtudes, ya que a través de ellas nos acercamos al bien y a la perfección de nuestros actos y formas de pensar, y esto se consigue porque son hábitos o modos de ser y al practicarlas y aprenderlas es como se adquieren y automáticamente se reflejan en cualquier acción de nuestra vida diaria. Es por ello que en éste trabajo se intentará relacionar a la prudencia con las normas que rigen a nuestra sociedad, la cual permite al hombre decidir racional y correctamente sobre lo que es mejor para él o para su comunidad. Según Aristóteles (Ética a Nicómaco) la prudencia debe ser cualidad de administradores y políticos. Esto demuestra la estrecha relación entre ética y política de la Grecia clásica. Las teorías sobre política aristotélicas definen al ser humano como un ser social, y que debe organizarse en Estados basados en la moderación, y dirigidos por gente que destaque en la virtud de la prudencia. El mismo define una virtud como un hábito o modo de ser, que sólo se logra con el aprendizaje y la práctica, y que nos acercan al bien y a la perfección en nuestras acciones y nuestra forma de pensar. Según su teoría teleológica, por la que todo tiende a un fin u objetivo, las virtudes del hombre lo acercan a su objetivo supremo, la felicidad.

    Ésta virtud es la base de las virtudes éticas, un ser humano no puede adquirir virtudes éticas sin poseer la virtud de la prudencia. Se tratará de describir qué es lo bueno y lo conveniente para lograr que el hombre sea capaz de deliberar rectamente de acuerdo a su conveniencia.

    Hace ya décadas que en México estamos padeciendo falta de pertinencia en las leyes que rigen a nuestra sociedad, ya sea porque son obsoletas ó porque simplemente no se cumplen ó se cumplen mal.

    Pero, peor aún, la preservación de un régimen jurídico anticuado, ineficaz y cotidianamente infringido, se ha convertido en uno de los más onerosos lastres para la democracia mexicana.

    Hace falta revisar las leyes y ponerlas a tono con el desarrollo tecnológico y, también, con la modernidad política que el país está afianzando en otras áreas de la vida pública.

    Más aún: sin reglas claras y equitativas, el rumbo de la vida de un país queda a la deriva, supeditado al constante y para nada imparcial juego de intereses entre los empresarios y el poder político. Necesitamos una legislación moderna para todos los ámbitos en que se desenvuelve la sociedad, y que defienda los derechos de los ciudadanos.


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