Francisco Javier Alvarez Caperochipi
En general, los remedios maravillosos para los males de la vida tienen un tiempo corto para estar en el candelero y desaparecen de las boticas de la ilusión en unos pocos años y ya nadie se acuerda más de ellos. Este no es el caso del bálsamo de Fierabrás, reclamado recientemente por el Presidente español Rajoy, para calmar las ansias de sus contrincantes políticos.
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