Ya desde tiempos remotos, los novelistas españoles no fueron ajenos a las nuevas técnicas de narrar y muy en concreto, a las referidas al autor de las mismas, al narrador. Muy probablemente por la cercanía del origen de este nuevo género literario, la novela, que veremos párrafos después, estas técnicas se circunscribieron durante mucho tiempo, a un único sistema del llamado acertadamente “narrador omnisciente”; el narrador “que lo sabe todo”; no solamente el nudo, la trama, el argumento de la narración, sino también el desenlace junto con todos los accidentes, momentos, lugares, además de la “vida y milagros” de todos y cada uno de los personajes. En suma todo, de ahí el sobrenombre de omnisciente. Este tipo de narrador es el más cómodo para el autor, para el novelista. De ahí su vigencia en todas épocas, Romanticismo y Realismo incluidos. Incluso, hoy día, el 80% de las novelas se rigen por este tradicional sistema.
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