Entre el 30 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899 una reducida fuerza inicial de 53 militares españoles se vio sitiada en el interior de la iglesia de San Luis Obispo de Tolosa en la localidad de Baler, isla de Luzón (Filipinas). Pese a su marcada inferioridad numérica y la imposibilidad de recibir ayuda exterior, el comportamiento heroico de los defensores y su espíritu de sacrificio hicieron posible que la bandera española ondease orgullosa durante 337 jornadas en lo más alto del campanario de la posición sitiada. En la defensa, asimismo, tomaron parte tres frailes franciscanos, dos de ellos supervivientes al asedio y grandes olvidados de este episodio.
La fuerza de los combates, el hambre, la enfermedad, la desesperación y la muerte no impidieron que, cohesionados como si de un solo hombre se tratase, cumpliesen con su misión y capitulasen honrosamente únicamente tras cerciorarse de estar defendiendo un territorio ajeno a la soberanía española.
Su gesta constituye un ejemplo modélico para cualquiera que desde entonces haya tenido el honor de vestir el uniforme militar.
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